sábado, 30 de agosto de 2014

¿Castaneda o Don Juan Matus? Me quedo con el indio Don Juan


Por Tesa Vigal

“El  mundo está hecho de pavor y maravilla" (frase del indio Don Juan Matus  en los libros de Castaneda)
Ante todo aclarar dos cosas. Una sobre el debate de la naturaleza de sus libros. Para mí si son documentales, o son ficción, tiene sólo un interés periodístico, o histórico. La auténtica relevancia es que son libros vivos y vivos están sus personajes. La ficción, en el caso de que sea eso, no es mentira, es otra realidad si está viva. Si hace descubrir, sentir, revelar, emocionar, soñar, cuestionar. Es más, el arte tiene más alcance que el ensayo porque no se dirige tan sólo a la mente de una persona, sino que afecta a su ser completo invocando mundos vivos (cuando lo logra). El arte habla sobre la esencia de la vida, es decir su verdad, aunque se trate de una obra de ficción. Como diría Orson Welles. "el arte es una mentira que sirve para contar la verdad". Don Juan Matus es real, haya existido en el mundo cotidiano o no. Empleando su propio lenguaje, Don Juan existe en otros mundos, si no en el cotidiano. Lo que cuenta Castaneda es evidentemente auténtico sea ficción, o no lo sea.


La otra cuestión es que Castaneda, la persona, (dcha. supuesta foto) acabara convirtiéndose en gurú, y sus seguidores siguiendo al maestro de turno. Se trata de una manera de vivir que no comparto. Creo que no hay que seguir a ningún maestro, algo que el propio Don Juan Matus le dice a Carlitos (que es como le llama al autor). No es el único, hay por ahí una frase de Krishnamurti que dijo a los que querían relacionarse con él de maestro a discípulo: “no sigáis a ningún maestro”. Estoy de acuerdo porque eso supone adorar (o rechazar) en bloque las ideas de una persona, o filosofía, convirtiéndolo en religión. Y la religión supone dogmas más o menos encubiertos. Y eso es imposible, absurdo y peligroso. Si algo te ayuda, se hace propio, pero sin caer en la trampa (muy usada por las sectas) de tener que “comprometerse” aceptando y obedeciendo en bloque. Unas cosas nos servirán, con otras no estaremos de acuerdo y eso me parece lo natural y lo lógico. Es decir, seguir nuestra propia libertad interior.

El primero de sus libros comienza con el autor, estudiante de antropología, cuando entra en contacto en México con un indio yaqui -Don Juan Matus- quien le introduce en su visión chamánica del mundo. Primero rompiendo su aferramiento único a la razón por medio de plantas de poder (ya que para el chamanismo lo real es lo que se vive, la experiencia, lo sentido, ya sean vivencias de lo cotidiano, en los sueños, o en las experiencias y sensaciones producto de la toma de plantas de poder). Después sin ellas, porque son un medio excepcional, apropiado tan sólo para aquellos especialmente encerrados dentro de una visión lógica de la vida.

Con Castaneda el chamanismo retornó a Occidente en los años hippies de la contracultura. Años 60-70. La visión de la vida que percibe vivo a todo lo existente, montañas, plantas, lugares, incluyendo a la propia tierra y amplía los límites del mundo hasta el infinito, considerando ilimitados los mundos existentes, dentro y alrededor del mundo que conocemos, como manifestaciones del gran espíritu. Algunas de esas manifestaciones son perceptibles para el ser humano y una gran mayoría están fuera del alcance de su percepción. Lo que llamamos realidad es producto de nuestra percepción, que va cerrándose y concretándose, poco a poco y según vamos creciendo, en torno a la pequeña realidad cotidiana en la que se mueve la mayoría de la gente, consensuándola entre todos como la única existente. Ese universo poblado de mundos, planos, espíritus, señales, acuerdos y signos era el universo animista de los seres humanos occidentales hace muchos siglos, igual que lo sigue siendo ahora entre los pueblos y tribus llamados "primitivos". 


Don Juan Matus, el chamán protagonista de los libros de Castaneda, nos habla de que una vez hace mucho tiempo los humanos podían percibir con sus diferentes posiciones del "punto de encaje"(posición del punto perceptivo) y así captaban lo existente a través del punto de la razón pero también del conocimiento silencioso (ambos puntos diferentes posiciones), pero muchos se quedaron prendidos del punto perceptivo de la razón y así empezaron a volverse quiméricos el resto de las otras percepciones, llegando así a la actualidad en la cual los seres luminosos que somos (formados por "fibras luminosas que nos conectan y atraviesan) estaríamos opacos y empequeñecidos, y siempre anhelando algo que nos falta.

Según Don Juan si se logra ver nuestra forma auténtica de huevos luminosos y todo lo que nos rodea, esa percepción nos libera del efecto devastador del dolor y los sentimientos negativos, pero muy pocos lo logran, y no queda otra solución para vivir libres que el comportamiento como un guerrero (sinónimo de hombre de conocimiento, nada que ver con violencia). Ese término de apariencia masculina sólo es aparente. Para Don Juan la mujer está más preparada y tiene más poder y facilidad para llegar a serlo.


Pero lo auténticamente fascinante de sus libros es esa filosofía y su lenguaje majestuoso y sencillo, noble y mágico. Indio, en fin. Para muestras de su visión y de su poderosa forma de vivir sus palabras, magníficas y emocionantes, aquí van algunas muestras de sus conceptos:

Sobre la naturaleza de un guerrero: " El espíritu de un guerrero no está engranado para la queja, ni está engranado para ganar o perder. El espíritu de un guerrero sólo está engranado para la lucha, y cada lucha es la última batalla sobre la tierra. De ahí que el resultado le importe muy poco. En su última batalla sobre la tierra, el guerrero deja fluir su espíritu libre y claro. Y mientras libra su batalla, sabiendo que su voluntad es impecable, el guerrero ríe y ríe". "Pero mi incredulidad ya no importaba. Don Juan estaba en lo cierto. Tener que creer que el mundo es misterioso e insondable era la expresión de la predilección íntima de un guerrero. Sin ella, el guerrero no tenía nada". "El arte del guerrero es equilibrar el terror de ser humano con el prodigio de ser humano".

Sobre el desatino controlado y el desapego: "Es posible insistir como es debido, aunque sepamos que lo que hacemos no tiene caso -dijo, sonriendo -Pero primero debemos saber que nuestros actos son inútiles y luego proceder como si no lo supiéramos. Eso es el desatino controlado". "Mi risa, así como todo lo que hago, es de verdad -dijo Don Juan -,pero también es desatino controlado porque es inútil; no cambia nada y sin embargo lo hago".

Sobre lugares de poder: "Porque lo sitios de poder, como ése en el que estábamos, tenían la propiedad de absorber a quien se hallaba inquieto. Y en tal forma uno podía desarrollar lazos extraños y dañinos con un lugar. -Esos lazos lo anclan a uno a un sitio de poder, a veces por toda la vida -dijo-. Y éste no es el sitio para ti. No lo hallaste por ti mismo".


Sobre espíritus de plantas y árboles, a quienes hay que hablar en voz alta y clara y pedir permiso para usarlos: "La primera vez que llegué a casa de Don Juan critiqué la manera ilógica en que estaban plantados sus árboles frutales. Yo les hubiera proporcionado más espacio. Él replicó que esos árboles no eran de su propiedad, que eran árboles guerreros, libres e independientes".

Sobre el cambio del punto de percepción: "La percepción resultante es de un mundo nuevo, tan completo como el mundo de nuestra percepción normal. Cordura y fortaleza, por lo tanto, son esenciales en los hombres de conocimiento para tratar con el movimiento del punto de encaje".

Sobre el camino con corazón: "La consistente preferencia por el camino con corazón es lo que diferencia al guerrero del hombre común. El guerrero sabe que un camino tiene corazón cuando es uno con él, cuando experimenta gran paz y placer al atravesar su largo". "Ningún camino lleva a ninguna parte, pero uno tiene corazón y el otro no. Uno hace gozoso el viaje; mientras lo sigas eres uno con él. El otro te hará maldecir tu vida. Uno te hace fuerte, el otro te debilita". "Para mí sólo recorrer los caminos que tienen corazón. Esos recorro, y la única prueba que vale es atravesar todo su largo. Y esos recorro mirando, mirando, sin aliento".


Sobre la importancia personal: "Sentirse importante lo hace a uno pesado, rudo y vanidoso. Para ser hombre de conocimiento se necesita ser liviano y fluido".
calles de México DF, otro escenario de sus libros

Sobre la muerte: "Sólo la idea de la muerte da al hombre el despego suficiente para que sea incapaz de abandonarse a nada. Sólo la idea de la muerte da al hombre el desapego suficiente para que no pueda negarse nada". "Y así bailarás ante tu muerte, aquí, en la cima de este cerro, al acabar el día. Y en tu última danza dirás de tu lucha, dirás de tus alegrías y desconciertos al encontrarte con el poder personal. Tu danza hablará de los secretos y maravillas que has atesorado. Y tu muerte te sentará aquí a observarte. El sol poniente brillará sobre ti sin quemar, como lo hizo hoy. El viento será suave y dulce y tu cerro temblará. Al llegar al final de tu danza mirarás el sol porque nunca volverás a verlo ni despierto ni soñando, y entonces tu muerte apuntará hacia el sur. Hacia la inmensidad".

Sobre las relaciones con el mundo: "Un guerrero podría sufrir daño, pero no ofensa -dijo-. Para un guerrero no hay nada ofensivo en los actos de sus semejantes mientras él mismo esté actuando dentro del ánimo correcto. La otra noche, no te ofendiste con el puma. El hecho de que nos persiguió no te hizo enojar. No te oí maldecirlo, ni te oí decir que no tuviera derecho a seguirnos. Lo único que venía al caso era sobrevivir".

Sobre la humildad: "Soy un indio, y los indios siempre hemos sido humildes y no hemos hecho nada más que agachar la cabeza. Yo pensaba que la humildad no tenía nada que ver con el camino de un guerrero. ¡Me equivocaba! Ahora sé que la humildad del guerrero no es la humildad del pordiosero. El guerrero no agacha la cabeza ante nadie, pero, al mismo tiempo, tampoco permite que nadie agache la cabeza ante él".

Sobre la confianza: "El hombre común busca la certeza en los ojos del espectador y llama a eso confianza en sí mismo. El guerrero busca la impecabilidad en sus propios ojos y llama a eso humildad (…) la confianza implica saber algo con certeza, la humildad implica ser impecable en los propios actos y sentimientos".

Sobre el cuerpo: "Nuestro cuerpo es un manojo de fibras luminosas que se dan cuenta".

Sobre mundos-planos: "Cuando estés en el mundo del tonal (cotidiano), deberías ser un tonal impecable; ahí no hay tiempo para porquerías irracionales. Pero cuando estés en el mundo del nagual (desconocido), también deberías ser impecable; ahí no hay tiempo para porquerías racionales".

Sobre la manera de vivir: “los hombres comunes viven todo como una maldición o una bendición. Un hombre de conocimiento lo vive todo como un desafío”.

Lista de los cuatro primeros libros de Castaneda ordenados cronológicamente: (Los que he leído. También uno último llamado ‘El lado activo del infinito’. En varias editoriales diferentes. Pero todas las traducciones, los originales en inglés,  están supervisadas por el propio Castaneda, un sudamericano que vivió y estudió en la universidad de California. Hasta ahí lo que se sabe de cierto. Rodeado siempre de misterio sobre su persona, siempre se ha negado a fotos y las entrevistas son contadas, parece ser que ha muerto hace pocos años. Lo que quiere decir que si sale algún otro libro suyo será de algún cantamañanas que quiere aprovecharse de su éxito):
‘Las enseñanzas de Don Juan’ – ‘Una realidad aparte’ – ‘Viaje a Ixtlán’ – ‘Relatos de poder’. Tiene varios más posteriores.

Al que le sirva que lo use y lo disfrute. Al que no le sirva que lo olvide.
"El mundo no tiene fondo".

domingo, 24 de agosto de 2014

'Cuentos orientales', de Marguerite Yourcenar

Por Tesa Vigal

De seudónimo Yourcenar, Marguerite de Crayencour nació en Bruselas (Bélgica) el 8 de Junio de 1903. Su madre murió poco después del parto y su padre será para ella un apoyo en su vocación y una fuerte influencia que provocará su interés por la cultura clásica antigua, los viajes y la afición por la lectura.


Con 16 años publicará su primer libro, un poemario titulado “El jardín de las quimeras”. Además de poesía y narrativa escribirá teatro, ensayo y traducciones. Entre estas últimas está su traducción de “Las olas” de Virginia Woolf y “Lo que Maisie sabía” de Henry James. En 1922 publicó su segundo libro de poemas “Los dioses no han muerto”, cuyo título es representativo de su visión del mundo y de sus temas más recurrentes. En su primera novela, “Alexis o el tratado del inútil combate”, en forma de cartas que el protagonista escribe a su mujer revelándola su preferencia sexual por los hombres, defiende la libertad sexual. Curiosamente en los años treinta ella vivirá la misma situación, un amor imposible por un hombre homosexual. Basada en esta experiencia surge su libro “Fuegos”  de poesía en prosa.

 Pero es otra novela la que le dará prestigio internacional. Se trata de la famosa “Memorias de Adriano” de 1951, a modo de autobiografía novelada del emperador romano, donde una vez más adoptará la forma de cartas teñidas de una luminosa vitalidad envuelta en melancolía, con aspiraciones filosóficas y una perpetua búsqueda de sentido. Posteriormente destacan “Opus nigrum” de 1968 que habla de la vida de un médico del siglo XVI, alquimista (de ahí el título de la novela) y filántropo perseguido. 


Murió en Estados Unidos en 1987, donde residía desde muchos atrás. Fue poco después de que muriera de sida el americano de treinta años que la acompañaba. Curiosamente ella había comentado que “sólo se muere de pena”. Antes fue la primera mujer que ingresó en la academia francesa.

Algunas de sus frases: “Sólo se está bien en otra parte”, que recuerda a lo que dijo el poeta Rimbaud: “En cualquier parte, fuera del mundo”. Dos citas de “Memorias de Adriano”: “Yo era dios sencillamente porque era humano” y “La dicha es una obra de arte: el menor error la quebranta, el menor titubeo la altera, la menor pesadez la desluce, la menor tontería la embrutece”. De “Alexis...”: “Se habla de sufrimiento como se habla del placer, pero se habla de ellos cuando ya nos dominan”. Otra que habla de su extranjería: “Soledad. No creo como ellos. No vivo como ellos. No amo como ellos y moriré como ellos”. Y dos últimas: “Hay que escuchar a la cabeza, pero dejar hablar al corazón” y “Nuestro gran error es tratar de obtener de cada uno en particular las virtudes que no tiene y desdeñar el cultivo de las que posee”.

En una primera mirada podría decirse que abundan en su obra los recreamientos históricos, pero en realidad lo que invoca son hechos interiores de naturaleza más o menos legendaria o mítica, pero siempre desbordantes de una arrasadora intimidad, sin espacio ni tiempo, o mejor dicho más allá de ellos. En su obra no existe el sentimentalismo sino la pasión, lo que la envuelve en una gran profundidad. La misma que tienen los sueños y a veces su misma urgencia.

Cuentos orientales


Personajes fronterizos, ese tipo de personas extremas o singulares donde la vida expone, desafiante e impúdicamente, el misterio de su esencia y del motor que la mueve. Visionarios, poseídos por lo absoluto, marcados por el encuentro con lo imposible o lo irreversible. Y lo mismo podría decirse de las situaciones que plantea. Es en ellas, y no en las circunstancias más generalizadas, donde el enigma apunta con un dedo invisible, riéndose de las apariencias usuales que, así, pasan a ser un respiro para los humanos, una base aparentemente firme donde acomodarse para no enloquecer y no ser desbordados por lo desconocido. Lo desconocido, la mayor parte de la vida, como la materia oscura en el universo físico que es invisible pero decisiva.

Red de tristeza, vientos mágicos, amor sublime, violencia misteriosa. Paz que integra, inapelablemente, a la libertad. Paz del universo que acoge por igual a humanos, ninfas, seres de difusa naturaleza o espíritus sin nombre. Cabezas cortadas, nereidas, soñadores que transforman la realidad material, nombres tatuados, polvo de siglos sobre pueblos perdidos... Un Oriente en el que caben desde los chinos hasta los griegos y que es materializador como el arte, sugerente y terrible, misterioso y antiguo, poderoso y sencillo pero nada simple. Por el contrario es también un Oriente complicado como un laberinto, contundente y veloz como una golondrina, guardián de secretos y fusiones insólitas. Extraordinario...

En una sola de sus frases, de imágenes poderosas y repletas, te introduce en un mundo invocado limpia y completamente. Y la visión abarca todas las perspectivas, como se refleja en la siguiente cita que puede servir de ejemplo: “Los dioses se sorprendían al hallar en los humanos aquella imaginación infinita del mal”... 

En el cuento “Cómo se salvó Wang-Fô” habla de un viejo pintor chino y su discípulo, nómadas y pobres. Su imaginación, delicadeza y sensibilidad manaban de lo auténtico. Quizá por eso queriendo pintar a una princesa de antaño: “Ninguna mujer le parecía lo bastante irreal para servirle de modelo, pero Ling (su discípulo) podía serlo puesto que no era una mujer”. En realidad este cuento habla del poder misterioso y potente de lo creativo como materializador de realidades. Y también de su fascinación bajo la que caen algunos, en este caso su discípulo que al poco de conocer al pintor, y cuando aún no son nómadas, empieza a preferir los retratos de su mujer a su mujer misma, haciendo que ésta se vaya marchitando hasta acabar suicidándose. Está lleno de detalles fuertemente evocadores, como por ejemplo la fama que tiene el viejo pintor de dar vida a sus pinturas con un último toque de color en los ojos... También imágenes que contienen toda la fuerza de los arquetipos como: “órdenes definitivas y terribles como la sabiduría de los antepasados”. Finalmente cómo el pintor acaba salvándose de la muerte gracias al poder transformador del mundo de una de sus pinturas.
En “La sonrisa de Marko” a partir de su última frase: “le faltó a la Ilíada una sonrisa de Aquiles”, cuenta la historia de un héroe griego que hechizaba a las olas y a las mujeres. Bajo tortura se finje muerto y sólo da señales de vida para sonreír a una bailarina que gira en torno a su supuesto cadáver. Su presencia es lo único que él no puede pasar por alto. Para hablar del cielo de oriente aparece la frase: el orgullo desnudo del cielo”.


“La leche de la muerte” habla del mítico poder de la sombra. Tanto que si por casualidad se empareda a la de cualquier obrero que construye dentro de un muro, éste morirá sin alma “como un desventurado que padece penas de amores”. Cuento terrible y trágico con situaciones escalofriantes como una madre emparedada dando de mamar a su hijo a través de una única abertura, o una mendiga que trata de cegar a su hijo para conmover y obtener más dinero.

“El último amor del príncipe Genghi” trata de un príncipe que renuncia a sus bienes y a su esposa a los 50 años, cuando aún es un atractivo seductor. Se convierte en ermitaño y se queda casi ciego. Una antigua y humilde amante de muchos años atrás se disfraza de campesina y se dedica a cuidarle. Hasta que de nuevo se convierte en su amante. Cuando el ermitaño está a punto de morir se despide de todos sus amores en voz alta. De todos excepto de aquella...

“El hombre que amó a las nereidas” habla del efecto irreversible y tremendo, del que hablan todas las leyendas sobre hadas, sobre aquel que ha entrado en contacto con ellas. En este caso un hombre que se queda mudo y se dedica a vagabundear por los caminos tras haber visto a las nereidas, aquellas ninfas de los ríos desnudas bajo sus largos y húmedos cabellos. El espíritu del pueblo gentil, en nada parecido a espíritus ni fantasmas. Están vivos y sobrecogedoramente bellos. Peligrosa y fascinantemente vivos: “las nereidas de nuestros campos son inocentes y malvadas como la naturaleza misma, que tan pronto acoge al humano como lo destruye”... “Verlas dispensa vértigo y estupor”.


“Nuestra señora de las golondrinas”, sobre la crueldad y la ignorancia de un pretendido hombre espiritual, actuando en nombre de Dios.  Un religioso que no soporta la pervivencia de las costumbres paganas de la gente del pueblo donde vive. Poco a poco va sintiendo la presencia invisible de dioses, ninfas y hadas y espíritus sin nombre, de naturaleza opuesta a su serio, taciturno y ascético cristianismo. Siente su aliento, oye sus pasos gráciles y poderosos tras él cuando va a oficiar cualquier rito cristiano. Hasta que las decisiones crueles y destructoras que toma provocan que reciba una curiosa visita...

“La viuda Afrodisia” es la historia de amor extremo entre una mujer y el asesino de su marido. Bandoleros y proscritos. Loca fidelidad y desafío arrebatador con aires de tragedia clásica.

“Kali decapitada” sobre la fascinante, enigmática y sobrecogedora diosa hindú, que se entrega a los parias y jamás sonríe. Sobre el filo donde se unen el amor y la muerte. Su conexión y su interdependencia. Toda la potencia y el hechizo de lo mítico: “... Al mismo tiempo en los lugares santos y en los mercados. Las mujeres se estremecen al verla pasar, los hombres jóvenes, dilatando las ventanas de la nariz, salen a la puerta para verla, y los niños recién nacidos ya saben su nombre. Kali, la oscura, es horrible y bella... Su boca es cálida, como la vida; sus ojos profundos, como la muerte”.

“La muerte de Marko Kralievitch”: un hombre al que hieren mortalmente sin pelea ninguna. Espíritus vagabundos llenos de poder. Un viejo que camina como un joven. El arrepentimiento siempre absurdo. Un camino que se pierde a lo lejos por el que va desvaneciéndose el andariego, como le llamaría el mítico libro chino de las mutaciones. I Ching, el libro anónimo y ancestral y su enigmático oráculo.

El último cuento del libro “La tristeza de Cornelius Berg” vuelve a hablar, (como el primero, formando el círculo infinito de la serpiente que se muerde la cola) de un viejo pintor, En esta ocasión es un pintor que ha perdido el don creativo, pero sus sueños son geniales. ¿Cómo sería el mundo si Dios, como pintor del universo, se hubiera limitado a pintar paisajes? La parte más bella, misteriosa, implacable de la creación...
  

  

 


viernes, 22 de agosto de 2014

El poeta de Brooklyn: Paul Auster y su trilogía de Nueva York


Por Tesa Vigal

Y como escritor inolvidable es de los que expresan su espíritu, no sólo su mente. Y como poeta las huellas se le escurren, marcadas por el peso de sus atmósferas escalofriantemente vivas. Pletóricas de corazón a su pesar, entregadas imparablemente al otro lado del espejo, para volver a este lado más lúcidas y más legendarias. Esta trilogía de Nueva York, también hubiera podido llamarse "Leyendas de Nueva York". O, como diría Jim Morrison en una de las canciones de los Doors: "las calles son campos inmortales". (fotos de Auster y de Brooklyn. Falta una foto de Cervantes, o de Don Quijote. Leer la entrada para descubrir por qué lo digo)
Es un conjunto de cajas chinas, una dentro de otra, o de espejos frente a espejos. 

Como leí en alguna parte, tiene en efecto algo de Chandler, aunque aquí se ven sus huesos, sus nervios y sus sueños, mientras que en Chandler estaba más presente la ironía desencantada. En la trilogía todo se torna excesivo, se agudiza, se enrosca, explota, llueve.
Y también tiene algo de la Alicia de Lewis Carroll, con sus contradicciones y ambigüedades lúdico-curiosas.

Coincide con Chandler en la sobriedad, aunque no del mismo tipo. No su sobriedad escéptica, sino una misteriosa sobriedad constatadora, que desconcierta al dar testimonio del ritmo vital y la visión personal del detective, en lugar de ironizar sobre el mundo exterior. Y coincide con Alicia en la curiosidad extrema rayando el absurdo, por su radicalización y por su enfoque en la identidad de los personajes. 


Porque de eso trata esta trilogía, de la identidad personal y su derivado: la autoría de una obra. Por eso el propio autor sale desgajado, visto desde fuera como un personaje, y además secundario. Por eso hay confusión de identidades en el principio, siendo ese el origen de la trilogía. Una confusión de una persona por otra a través de una llamada equivocada de teléfono.

Consta de tres historias (Ciudad de cristal/ Fantasmas/ La habitación cerrada), entre las que se entrelazan visitas, trasiegos, o intercambios de personajes, que bien pudieran ser uno pero son otro, o que parecen otro pero son el mismo, o que siendo distintos sus nombres actúan de idéntica manera. Como dirían las filosofías orientales del Tao y el zen, lo esencial es la sensación y sobre todo la sensación de "yo soy". Ese que constata, que está detrás de nuestras palabras, emociones y actos como un testigo escurridizo, casi siempre silenciado y olvidado, u ocultado por los diferentes personajes que se suceden, y a veces se superponen, en nuestra vida cotidiana.


Y yo soy también ese que sueña...

El primer relato (Ciudad de cristal), comienza con una llamada de teléfono al escritor de novelas de misterio Quinn (firmadas con el seudónimo William Wilson, como el personaje de Poe) de alguien que pregunta por el detective Paul Auster (como el autor de la trilogía). Y acaba con Quinn contándolo todo en un cuaderno rojo tras abandonar identidad y horarios, convertido en un vagabundo sin sombra. alguien que se niega incluso a dormir, refugiado primero en un contenedor de basura y luego en una casa abandonada. Dejando atrás el pasado para siempre (¿existe otra forma de dejarlo atrás?).

El segundo relato (Fantasmas) comienza casi igual que el primero: alguien encarga un caso a un detective. Sólo que aquí ese alguien es anónimo y se lo encarga a un detective también anónimo. Y el caso consiste en seguir los pasos de un tercer hombre también anónimo, cuya única actividad parece ser escribir un manuscrito frente a una ventana. Ninguno tiene nombre, sólo "color". Uno es Azul, otro Negro y otro es Blanco. Y acaba con el descubrimiento, o la reveladora sospecha, de que el hombre espiado ha recibido, a su vez, el mismo encargo que él, espiar al detective que le espía. Y la constatación al leerlo de que ese manuscrito que escribía frente a la ventana el hombre espiado, se lo sabe de memoria el detective.

El tercer relato (La habitación cerrada) empieza con dos viejos amigos escritores, uno de los cuales ha desaparecido dejando atrás mujer e hijo. Un detective lo ha buscado inútilmente. Y el amigo protagonista recibe el encargo de ocuparse de la posible publicación de los manuscritos de su viejo amigo, y también de su mujer y de su hijo. De la vida que el desaparecido ha dejado atrás.

Y acaba con el reencuentro de los dos amigos, en una casa abandonada, donde el desaparecido le entrega al otro su último manuscrito en un cuaderno rojo. Como Quinn. y si no es el mismo, podría serlo.

¿Hay vidas repetidas?. Existen los gemelos físicos y también los gemelos vitales. Y en ese caso ¿cuál es el sentido de tal "clonación"?. ¿Una vuelta más de alguna espiral, que pasa por el mismo punto pero a diferente nivel, o en distintos escenarios?. Por ahí van los tiros. Por ahí se desliza todo como en un embudo gigante, que comunicara el infinito con cualquier parte y cada una de ellas.

Muy peculiar dentro de esta especial trilogía, el pasaje donde el falso detective Quinn habla con el llamado Paul Auster sobre la autoría de "Don Quijote". Y Auster le comenta su teoría personal, basada en los esfuerzos de Cervantes por convencer al lector de que él no es el autor, sino un árabe llamado Cide Hamete, y al mismo tiempo de que todo lo narrado es real. Eso supondría que la historia ha sido narrada por un testigo directo. Por lo tanto Cide Hamete habría tenido que ser un testigo y Auster supone que ese testigo además del lógico Sancho Panza, sería una combinación del cura y el barbero a quien Sancho dicta la historia y el bachiller Simón Carrasco encargado de traducirla al árabe. Todo lo habrían hecho para salvar a Don Quijote de su locura. Sólo que Don Quijote no estaría loco, sino que sólo lo fingiría y él mismo sería el organizador del asunto. Y bajo disfraz árabe tradujo de nuevo la historia al castellano contratado por el propio Cervantes en el mercado de Toledo. Su motivo sería experimental. Poner a prueba la credulidad de la gente, si gracias a una mentira se divierte. La respuesta sería afirmativa, puesto que el libro aún sigue leyéndose.
Y enlazada con esta motivación sobre la verdad y el sentido de una historia, aparece toda una declaración de principios vitales que hace Quinn, el escritor-falso detective del primer relato, al afirmar que si le gustan las novelas de misterio es porque: "la buena novela de misterio no tiene desperdicio, no hay ninguna frase, ninguna palabra que no sea significativa".

Es esa cualidad, justamente, la que se echa de menos en la vida cotidiana, en la vida llamada "real". Y se echa de menos porque careciendo de sentido la mayor parte del tiempo, a veces lo tiene, o mejor dicho lo descubrimos, o se revela por sí mismo. Y esa nostalgia del vuelo es lo que sostiene la mayoría de las vidas y la mayoría de los personajes que nos adjudicamos.

Corremos en busca del "autor" de nuestra vida, en una carrera interminable de enigmáticos obstáculos llamados circunstancias.


domingo, 17 de agosto de 2014

Lawrence Durrell, 'El cuarteto de Alejandría'


Por Tesa Vigal

Lawrence Durrell Debería haber nacido en Alejandría, pero nació en la India de padres ingleses. Como suele pasar con la gente interesante está lleno de contradicciones. Acabó trabajando en el mundo diplomático, como uno de sus personajes, y el alma se le escapaba, desbordante, escribiendo este cuarteto. Un alma antigua, casi pagana, debatiéndose entre las circunstancias occidentales, sus largas estancias en Grecia y Egipto, su amistad con Henry Miller y Anaïs Nin, tan dionisíacos como él, y su manera laberíntica de sentir el mundo antes que pensarlo.


Después del cuarteto escribió otras novelas queriendo repetir la estructura (por ejemplo el quinteto de Avignon), seguramente presionado por el enorme éxito fugaz del cuarteto, pero ya sin inspiración, sin alma, tratando de seguir una fórmula. Una pena, pero todos somos humanos. Lo aviso por si alguien lee a Durrell en uno de sus libros espurios y se cree que todo lo que escribió es igual. Por favor, que no se pierdan esta joya memorable, de imágenes y atmósferas poderosas, impactantes, de personajes tan vivos que más que respirar parecen tener cinco dimensiones.

Inmortalizó a la Alejandría de los años 30 del siglo XX, sumergiéndose en ella hasta los huesos. No es casualidad. En aquella época, no en la actualidad, era una ciudad cosmopolita, esa cualidad maravillosamente humana que mezcla razas, culturas y religiones, no tan extendida como sería de desear. Esa ciudad ya no existe, pero queda míticamente unida al griego Alejandro su fundador, al poeta Kavafis y a éste cuarteto de Durrell.

Los cuatro libros pueden leerse por separado, impresionarán igual. Pero sólo fascinarán, con un rastro turbador, cuando los cuatro ocupen su lugar, porque son los mismos personajes y escenarios vistos desde la perspectiva personal y por tanto parcial, distorsionada, más o menos ilusoria, complementaria y sentida de cada uno de ellos. Uno tiene datos. Otro conoce los motivos, otro fue un protagonista en la sombra. Y así descubrimos que el narrador en primera persona del primer libro ('Justine'), cuenta su historia de amor creyéndose apasionadamente amado, cuando en realidad tan sólo fue un instrumento indiferente. Pero esa nueva visión no la descubrimos hasta el segundo libro, cuando uno de los personajes, el médico Balthazar, le cuenta algunos de los motivos de su amante Justine. O que la pasión más arrebatada era la de un matrimonio supuestamente infiel (algo que no descubrimos hasta el tercer y cuarto libro). No puedo concretar más para no destripar la trama. Sólo quiero hacer hincapié en ese caleidoscopio que es siempre la realidad, aunque muchos nunca lleguemos a conocerlo. Pero la fascinación de descubrir lados ignorados de una persona nos remite y empuja a iluminar nuestra propia oscuridad. Por ejemplo una mujer devoradora de sexo que es en realidad movida por su hambre espiritual de sentido, su entrega es por ello excepcional y por eso no da importancia alguna a entregar su cuerpo.


Calles laberínticas donde se masca el polvo o los perfumes, las moscas, el mar, los mendigos, los puestos de especias o de prostitutas, lo fragante o lo estancado, el aire seco y vibrante del desierto, la lujuria húmeda del lago Mareotis, el aire magnético, la carne y el alma despierta o en trance, las historias de amor agigantadas con la distancia del espacio o la edad, los besos del verano con sabor a cal viva, las lámparas de petróleo, las bailarinas griegas que aman por compasión en clubs de noches agotadas...

Dos frases en una: "Nuestros actos cotidianos son en realidad la arpillera que oculta la tela iluminada de oro, el significado del diseño (...) No para escapar al destino sino para cumplirlo en todas sus posibilidades".

Le pongo la objeción de su manía de no traducir algunas frases en varios idiomas, que como reflejo natural de aquella sociedad cosmopolita aparecen esporádicamente. Como si todos sus lectores tuviéramos que saber idiomas. Su aparición es excepcional, pero irrita. (abajo adaptación al cine de su primer libro. No la he visto, no sé cómo será).


Todo eso se olvida ante personajes tan impresionantes como Naruz, el campesino de labio leporino, hermano del atractivo y glamuroso Nessim. Excesivo, místico, salvaje, enamorado hasta la muerte de su visión y de la pintora Clea, que ignora su pasión y cuando la descubre reacciona con el desagrado natural ante esos amores que no hemos pedido y quieren pegarse a nuestra piel sin nuestro permiso. Pero nadie puede parar sentimientos ni lluvias. Sólo reaccionar ante ello. Su hermano Nessim, opuesto a él, elegante hombre de negocios, acaba revelándose (en el tercer y cuarto libro) como el protagonista de la historia amorosa más escondida y profunda del cuarteto, quizás por ser la que mayores consecuencias tiene y más efectos en el resto de personajes, aún sin saberlo.

El tercer libro, 'Mountolive', lleva también el nombre de uno de sus personajes ('Justine' es el primero. 'Balthazar' el segundo. 'Mountolive' el tercero. 'Clea' el cuarto). Es un diplomático inglés que llega por primera vez a Alejandría siendo un jovencito y se enamora de la madre de Nessim y Naruz, viviendo con ella una corta pero inolvidable historia amorosa, que se prolongará a través de cartas interminables a través de los años, cuando Mountolive se marche de la ciudad. Uno de los pasajes más triste y conmovedores es su desencuentro en el tercer tomo, cuando él regresa a Alejandría convertido en embajador tras muchos años de ausencia, leyendo las cartas de su antigua amante que escribe en la soledad de su casa del delta, con una cobra "doméstica" y su platito de leche por toda compañía.

Balthazar es un médico homosexual, sobrio, amante de la cábala y poseedor de las confidencias de sus pacientes y amigos. Justine, la mujer de Nessim y la amante de Darley, el narrador del primer libro, es una judía de espeso pelo y enormes ojos negros, de alma hambrienta, motivos clandestinos, de cuerpo fácil, enorme lealtad y pudor emotivo. Clea es una pintora bisexual, tímida, de enigmática alegría siempre a punto de mostrarse.


Melissa, es la conmovedora bailarina griega pareja de Darley y juntos suelen visitar a un viejo y delirante inglés, Scobie, que vive en compañía de su loro en el barrio árabe y guarda en el armario, con todo cariño, el orinal de la familia, refiriéndose a él muy seriamente como la herencia familiar. Cuando el viento se lo sugiere se viste con un harapiento vestido de mujer y sale a pasear con su bolso por los muelles del puerto. Más que acogido y querido en el barrio árabe, a su muerte es reverenciado como santo milagroso por todas las religiones (cristiana copta, árabe, judía) que fundan una romería en su honor y empiezan a contar su vida y hechos con toda la huella de una leyenda.

Y el carnaval enloquecido bajo las máscaras que ocultan y uniformizan a todos. El encuentro con un vampiro en las calles repletas de gente que no tiene más remedio que adorar la vida. Que le rinde pleitesía de manera distante o entregada. Y las playas de dunas y el lago Mareotis (arriba foto) y los puestos de magia y los profetas en trance y los coptos enigmáticos y las manos pintadas de azul y el cielo violeta y el desierto puro.

Un personaje hablando de juzgar: Para todos los que sienten profundamente y tienen una aguda conciencia del inextricable laberinto del pensamiento humano, sólo hay una respuesta posible: la ternura irónica, el silencio".

No todos los escritores son sensuales, pero deberían serlo por el mero hecho de escribir. Desde luego este es el caso de Durrell, pues lo sensual alude y señala sensaciones, percepciones, sexo. Esa energía primordial y misteriosa, fuente de lo creativo en todos los sentidos, oscura y luminosa, ilimitada y profunda. Tanto como el origen de la vida, como su enigma más concreto y escurridizo, como su movimiento más vertiginoso y esquivo. Las palabras de Durrell parecen hechas de carne, sangre, ideas latiendo, atmósfera palpable, intimidad. Porque no cita hechos, los invoca, suceden. No habla de alguien, le deja respirar y te echa su aliento en la nuca. Incluso cuando piensa.

Algunas citas sugerentes:
"Me imagino que lo que todos buscamos es el secreto del crecimiento".
"La ciencia es la poesía del intelecto y la poesía es la ciencia del corazón".
"Vivimos vidas que se basan en una selección de hechos imaginarios".
"Ríete hasta que duela y sufre hasta la risa".
"Una obra de arte es algo que se parece más a la vida que la vida misma".

(Atención a la traducción. Recomendada la admirable de Aurora Bernárdez de la editorial Edhasa)