miércoles, 24 de septiembre de 2014

Las vírgenes suicidas, de Jeffrey Eugenides

Por Tesa Vigal

J. Eugenides nació en Detroit (EEUU) en 1960 de familia griega. 'Las vírgenes suicidas' es su primera novela, publicada en 1993. Su segunda novela 'Middlesex',  por la que obtuvo el premio Pulitzer 2003, me gustó menos pero supongo que su tema (saga familiar y protagonista hermafrodita) es mucho más comercial y de moda. Aún en las dos tiene una manera de escribir fascinante, muy atmosférica y plagada de detalles sugerentes y significativos, produciendo un efecto hechizante y de mucha intensidad.


Pero es que además, las vírgenes suicidas tienen un tema (en realidad varios relacionados) de un alcance sobrecogedor y con un enfoque insólito. El tema global es el misterio de la naturaleza humana (nada menos), que a su vez se despliega en el misterio de todo suicidio, de la frágil etapa de la adolescencia, de su relación con el amor y el sexo, de la duda en torno al instinto de supervivencia (los hay más fuertes), y del misterio de la necesidad de reverenciar algo o a alguien, acompañado o no de la idealización. Y dónde se sitúa la lucidez en todo esto, si es que tiene sitio real y no sólo aparente.

Un grupo de viejos amigos, desde la adolescencia, rememoran su pasado tratando de comprenderlo. Algo que todavía les atrapa de manera imborrable: sus sentimientos hacia 5 hermanas compañeras del instituto y el suicidio de todas ellas, es decir, su interior inalcanzable ya para siempre. No sólo les gustaban, estaban fascinados de tal manera que su manera de relacionarse con ellas estaba mediatizado por una reverencia y una sublimación casi imparables, que envolvía y marcaba casi todos sus gestos cotidianos.


Al principio podría parecer que las hermanas están traumatizadas por su madre rígida y represiva, pero esto se descubre inexacto por su actitud relativizadora y de abierta burla frente a sus “manías”. Una de ellas incluso adopta una abierta rebeldía con una promiscuidad sexual. Y otra de ellas se suicida precisamente tras una decisión de apertura de su madre. La impresión es más bien la de ese tipo de suicidios enigmáticos, por lo excesivo de su respuesta frente a circunstancias, más o menos comunes, ante la que otras personas deciden muy diferentes respuestas. Y todo ello enlazado con ese periodo de la vida, frágil y fronterizo, de la adolescencia donde todo es posible y la exigencia vital y espiritual es devoradora y radical.


La manera de relacionarse con ellas por parte de los chicos es totalmente diferente al que usan con el resto de sus compañeras de instituto. Con las hermanas se sienten ante un enigma, ante algo que les supera y a lo que temen y respetan como algo extraordinario. Con ellas hay un río de comunicaciones simbólicas y peculiares, por ejemplo llamadas de teléfono en las que en vez de hablar ponen el sonido de canciones significativas. O el temor reverente con el que acuden a una fiesta en casa de las hermanas, o guardan como reliquias objetos cotidianos que las pertenecieron y que aún conservan al cabo de muchos años.



Dos citas del libro significativas: “Se convirtieron en criaturas demasiado poderosas para vivir con nosotros, demasiado ególatras, demasiado visionarias, demasiado ciegas”. Y :… llamándolas para que salgan de aquellas habitaciones donde se habían quedado solas para siempre, solas en su suicidio, más profundo que la muerte”.

Un libro que atrapa con un melancólico y radical enigma, que deja largas huellas empapando el recuerdo de cada hecho cotidiano, registrado con amor triste y una interrogación imborrable. Hojas caídas de otoños interminables. Cigarrillos en la noche como luces orientadoras. Abrazos a un árbol.

Sexo en el tejado. Silencios repletos rezumando savia de ramas y hojas invisibles. Búsqueda, más allá del recuerdo, de un tiempo dorado por la muerte y el hechizo. Oscuro por la fatal inconsciencia de aquellos que se creen “buenos”, como los padres de las hermanas. Fiestas ingenuas conmovedoramente infantiles. Gestos turbios y sonrisas limpias, miradas inquietantes y devoradoras, hambre de un amor que sea mucho más que amor. Ausencia de nostalgia para siempre, porque eso sería simple. Laberintos vitales, señales de luces apagadas y encendidas en sus ventanas trasformando la urbanización de clase media en un laberinto de espejos, colocando el interior por fuera como una coraza insólita. Ríos subterráneos, sed de más.

Sofía Coppola rodó una película memorable basada en esta novela. Para mí, más fascinante que “Lost in traslation”, aunque con idéntica sutilidad. Las fotos del artículo son de la película.


miércoles, 17 de septiembre de 2014

Hay otras dimensiones en el pozo de Murakami

Por Tesa Vigal

No en todos sus libros, pero sí en el inclasificable 'Crónica del pájaro que da cuerda al mundo'. 


Haruki Murakami sirve como ejemplo de los casos afortunados en que un libro superventas es un memorable libro fascinante. Evidentemente no siempre es así, muchas veces los libros más vendidos lo son por el simple hecho de ser novedades publicitadas, o de libros superficiales y tontorrones, pero en este caso lo que se vende es una joya (me vienen ahora a la memoria otros casos parecidos, por ejemplo García Márquez, Fitzgerald, Castaneda, Auster...). En fin es cosa mala tener prejuicios. Hay que estar abiertos a todo y explorar siempre sin rechazar nada a priori. Pero elegir, por favor. Una novedad no es maravillosa por ser lo último publicado. Aunque es de sentido común he visto a gente que sí lo hace. Si lo disfrutan, estupendo. Por mi parte recuerdo que los libros memorables que dejan huella son de cualquier parte y cualquier década.


Nació el 12 de Enero de 1949 en Japón. A pesar de estudiar teatro clásico en la universidad de Waseda, Murakami se sintió atraído desde siempre por el arte occidental (literatura y música fundamentalmente), hasta el punto de abrir un bar de jazz en Tokio. Y esta fusión cultural es uno de muchos detalles que envuelve sus libros, en una fascinación más allá del espacio y el tiempo. Aunque el alcance universal también puede surgir de una historia rabiosamente personal, o circunscrita a un espacio o un tiempo muy concretos, en Murakami ese aparente desapego de su ambiente cultural (suyo en teoría, este tema da lugar a muchas confusiones que dan por sentado que las “raíces” de alguien pertenecen al lugar donde ha nacido y crecido, y esto es una falacia, revelando una visión simplista y pequeña de la vida) desemboca en unos personajes profundamente personas y sólo personas, más allá de sus circunstancias más aparentes.

Escritor con algo surrealista, en su sentido más profundo, imaginativo. Y, sin embargo, todo en sus libros es cotidianamente real. Por ello aparecen fusionados detalles y situaciones más o menos inexplicables, o mejor dicho sin aparente lógica externa aunque sí con una lógica interna que es, precisamente, lo que convierte a sus libros en una muestra del enigma de las cosas. Un enigma que nada tiene que ver con relatos de misterio convencionales, sino con una dimensión mítica, vital, filosófica.


Viajó durante 3 años por Grecia e Italia y recaló finalmente en Estados Unidos. Allí trabaja actualmente en la universidad de Princeton. Ha traducido además al japonés a gente como Fitzgerald, Carver, John Irving y Paul Theroux.

“Crónica del pájaro que da cuerda al mundo” se publicó en 1995 y es una búsqueda desesperada del sentido de la vida. La personal y la general. La historia comienza con el aspecto enigmáticamente escurridizo de la realidad más cotidiana, cuando suena el teléfono mientras el protagonista cocina unos espaguetis y pregunta por él una voz de mujer desconocida. Y entonces lo misterioso –la llamada enigmática- viene al encuentro de lo aparentemente conocido –los espaguetis-. Un principio revelador y sintomático del resto de la historia y de su fondo.

A partir de ahí las decisiones radicales de su protagonista y las peripecias, unas “reales” y otras “fantásticas”. Las comillas vienen a cuento de que en realidad los dos tipos de hechos y situaciones son, en el fondo, tan reales como fantasmales. Lo importante es la experiencia,  ya sea onírica o en la supuesta vigilia (¿no vivimos a veces dormidos?), lo vivido en el plano más cotidiano de la vida, o en planos alterados de consciencia. Hay un momento en que el protagonista permanece en el fondo de un pozo seco para intentar allí, lejos de los confines cotidianos y en la oscuridad, descubrir el significado de lo que le sucede y le ha sucedido. En contacto con la tierra (ese elemento enigmático y omnipresente, fuente de vida y acogedor de todo tipo de contradicciones, que no sólo está vivo sino que lo demuestra de manera más o menos directa para todo aquel con la suficiente perceptividad.

Y a partir de esa experiencia en el pozo sufre una pequeña trasformación física, sale de él marcado (una marca oscura en una mejilla) como resultado de su acceso a otra realidad paralela mientras permanece en él. Una realidad dónde puede investigarse lo sucedido en el resto de los mundos, incluyendo el cotidiano o “real”.

También es, y es complementario al acceso a otros niveles de consciencia, un viaje interior. Para el protagonista una búsqueda de su mujer, que no sólo es su mujer concreta desaparecida sino “la” mujer. Su lado femenino, puesto además en evidencia por su inhibición y reserva emocional. De ahí también que (como en la simbología psicológica Jungiana) esté rodeado de mujeres, más o menos cercanas, más o menos desconocidas. La vida de lo no expresado sale a su encuentro y le rodea constantemente.


La simbología está muy presente. Hay historias en espiral, cosas que se suceden en apariencia distintas pero en el fondo repetidas. Símbolos duales constantes: pareja de hermanos, pareja de hermanas, dos pozos, historia dentro de historia, dos mundos paralelos... Y en un determinado punto una confusión fascinante entre sueño y realidad, sin que sepamos (y lo más hechizante, sin que nos importe) dónde acaba uno y empieza otra, porque estamos ya atrapados en la historia sin más, esto es sin etiquetas lógicas porque no son necesarias. De ahí la apabullante profundidad de este libro que nos sumerge en un torbellino de sensaciones y sentimientos. Nos “toca” por entero, con el alcance de un sueño imborrable y significativo. Y es de esos libros gordos que nos da pena que se acabe.

Indudablemente este escritor pasará a la historia de la literatura porque tiene el efecto de las obras creativas auténticas: su impresión nunca se olvida aunque el tiempo acabe borrando de la memoria su trama. 
  

domingo, 7 de septiembre de 2014

El marinero desnudo: los libros de Joseph Conrad

Por Tesa Vigal

La obra de este antiguo marinero polaco, que acabó escribiendo en inglés, no tiene desperdicio. En esta entrada no se trata de un solo libro, sino de mis favoritos de este autor que descubrí en mi adolescencia y luego he vuelto a leer igual de fascinada, aunque con más asombro.  Por ejemplo "El vagabundo de las islas", "El corazón de las tinieblas", que sirvió de base para la película de Coppola "Apocalypse now" (ver reseña en http://www.peliculasecreta.blogspot.com)  y "Lord Jim" del que entresacamos esta cita: "... momentos en que cruza ante mi vista como alma errante perdida entre las pasiones de este bajo mundo, pronta a someterse fielmente al llamamiento de aquel otro mundo de fantásticas sombras al cual pertenece".


Yo diría de Conrad lo mismo que dicen de Lord Jim otro de sus personajes: "-entendido. Perfectamente. Es un romántico" / -¿Qué remedio hay que tomar para eso? / -No estriba la cuestión en cómo hay que curarse, sino en cómo hay que vivir... ¡Cómo ser!".

Esta cuestión es el eje esencial de su obra, que palpita sobre todo en "Lord Jim", "El vagabundo de las islas" y "El corazón de las tinieblas". En estas tres novelas su protagonista es alguien que sólo obedece su voz interior; esa es su guía y su maestro, pase lo que pase: un romántico. Esto supone que las consideraciones sensatas y prácticas están supeditadas a su corazón y, como consecuencia, muchas veces viene el destierro, el conflicto o incluso la muerte.


El destierro está servido en cuanto que los prácticos de este mundo suelen opinar de los románticos lo mismo que una lectora de "Lord Jim" comentó al propio Conrad: "no me gustó. Todo aquello era de un carácter tan enfermizo...". Por esta causa los románticos tienden a acabar mal, tarde o temprano, si viven lo suficiente. Si tienen suerte pueden "triunfar", precisamente gracias a su condición radical, como líderes de lo que sea, o artistas de lo que sea. Y la tercera posibilidad es la de morirse de asco sin saber qué pinta un tipo como él/ella en esta sociedad humana básicamente opuesta a su naturaleza.

A Lord Jim sólo le importa haberse fallado a sí mismo. El que eso traiga conflictos con la sociedad o no, es secundario. Si el ser fiel a sí mismo le conduce a la muerte, es cuestión sin importancia. En "Lord Jim" se trata, además, de la casi permanente incomprensión o desprecio de este tipo de persona radical y los constantes malentendidos que provoca su naturaleza insólita e indómita. Una dolorosa condición de extranjero, de condenado a la situación clandestina, a sentirse exiliado, marcado por causa de creer en lo que nadie cree: el sentido del universo, del destino personal. Una vida desde, con y para el Mar (en todas las acepciones de la palabra incluyendo el simbólico).

Un romántico, un soñador. Este tipo de gente suele encontrarse, a veces, entre los marineros y/o extranjeros de cualquier puerto remoto. Así habla de ellos Conrad, como uno de los dos tipos de personas que uno puede encontrarse por allí: "...Trabó, naturalmente, relaciones con gentes de su profesión que halló en el puerto. De dos clases eran éstas. Algunas, pocas en verdad, y rara vez vistas en aquellas tierras, llevaban una vida misteriosa, adivinándose en ellas indestructible y concentrada energía, con carácter de pirata y ojos de soñador. Parecían vivir en alocado laberinto de proyectos, esperanzas, peligros y grandes empresas, como avanzadas de la civilización en los oscuros senderos del mar; y su muerte era el único acontecimiento de su fantástica existencia que se presentaba, pensando razonablemente, como de segura realización".


El corazón salvaje con su pureza de acero y su excesivo sentir que lleva a situaciones límites, frontera. Kurtz, el protagonista de "El corazón de las tinieblas", ante el horror del destino incomprensible, del fuego que le devora enfrentándose a una sociedad que le considera como un proscrito misterioso e irreductible: "...Cierta disposición a la muerte no es tan extraordinariamente rara como parece; pero pocas veces halla uno hombres cuya alma, protegida por la coraza de acero de una firme resolución, esté pronta a sostener hasta lo último una batalla que ya saben que está perdida: el anhelo de paz se hace más fuerte a medida que decae la esperanza, hasta que, al fin, acaba por vencer al mismo deseo de vivir".

La acción de "El vagabundo de las islas" es la acción irracional, cargada de pasión, inevitabilidad y consecuencias. Aquello cuyos motivos y meta son imperativos misteriosos para el humano que se siente empujado a ella. Recuerda este tipo de acción de persona solitaria de hondas raices, a la del sheriff Gary Cooper en "Sólo ante el peligro". Son trágicas por lo que tienen de destino. Son escasas porque en ellas juegan fuerzas extrañas y escondidas que eligen víctimas para un proyecto misterioso, cargado de sentido.

Conrad lleva a su grado más hechizante esta situación terrible y ambigua en su "Lord Jim" y "El corazón de las tinieblas". Pero es en la historia del vagabundo Wilems de "El vagabundo de las islas" donde el abandono, las atormentadas ráfagas de oscuridad y los sentimientos a contrapelo, son más deslumbrantes. Es un relato donde no hay culpas sino condenas. No existen proyectos sino posesiones. No hay amores sino conjuros, no calienta el sol sino la sombra lujuriosa del río selvático y sus inquietantes orillas. El odio acunado dulcemente por las noches tropicales. Las tormentas vuelven a ser aquí mensajes de los dioses. Cuerpos desnudos junto a la hoguera que no dejan amor sino muerte en la huella del amanecer. Ni siquiera la traición, ese gran pretexto, existe tampoco. Porque la traición será siempre un hecho directo, o no lo será. Y la selva húmeda es una línea quebrada de erotismo, de consciencia, de algo fugitivo más fuerte que los sueños explotando en un prisma de colores, roto. El vagabundo Wilems que se miraba como en un espejo en los hombros desnudos y el rostro enigmático de una mujer malaya y consiguió para su tumba el siguiente epitafio: "Peter Wilems. Liberado de su enemigo por la gracia de Dios". Nadie supo jamás, quién era su enemigo. Y es que su enemigo era él.

"Ese es el camino. Seguir el ensueño, y seguirlo una y otra vez hasta el final".