martes, 2 de octubre de 2018

El vértigo lento de 'Stop time', el libro de Frank Conroy

Por Tesa Vigal 



Vértigo de sensaciones envueltas en el tiempo detenido (quizás de ahí el título). Pocas veces he contemplado, fascinada, ese despliegue del instante en una historia personal. Porque, cuando se mira el pasado como una historia, cambia la visión revelando su sentido, aunque no entendiéramos entonces lo que sucedía. En este caso la infancia y adolescencia del autor, Frank Conroy (1936-2005), tan turbulentas como laberínticas, de esas que exigen preguntas al viento, aunque no todos los que las viven traten de responderlas explorando en ellas. 

En la infancia no hay teorías previas, sino una inmersión absoluta, para bien y para mal, en el aquí y ahora. Por eso saltan a flor de piel los pasos emocionales, los recorridos misteriosos, las repentinas decisiones y ciertas imágenes devoradoras. Se recuerda de una escena la corriente de aire sobre una mano, una luz solitaria, lo glorioso de correr entre los árboles en compañía de un amigo, una carretera nocturna haciendo auto stop mientras la libertad nos interroga. Se revive lo sentido, lo captado, lejos aún de la traducción del adulto a una línea temporal de hechos y datos. Eso todavía no existe y por eso la vida es tan implacable como plena y misteriosa. 

Días de dolor que no se comprende, soledad en compañía, magia de luces y caras desconocidas, aunque a veces sean las de un familiar, preguntas sin respuesta posible, sed escéptica de cariño, rarezas atractivas, rarezas peligrosas. 

El escepticismo es sinónimo de duda, no de negación, o desconfianza. La desconfianza implica no fiarse de nadie. Escepticismo es dudar, estar abierto a la respuesta de la gente, que puede ser positiva o negativa. Alegrarse de lo bueno y sentir lo menos posible lo malo, porque llueve sobre mojado. Esta es la actitud de Frank. También en lo laboral, metiéndose en trabajos peregrinos (limpiar un sucio laboratorio, recoger bolos en una bolera) instalado en el instante. Tomando cariño a unos y huyendo de otros, incluso cuando lo necesita urgentemente. Pero en él lo urgente es sinónimo del instante, como sus repentinas decisiones que surgen libre, y a veces locamente, Por ejemplo marcharse de Nueva York, volver a Florida haciendo dedo y dirigirse de inmediato a la carretera más cercana con las manos vacías, porque lo importante es respirar otro aire, escapar de su fría e inestable familia, de la ausencia de dinero, de cariño, de apoyo. 
Complementaria 2ª portada en otra
edición. La de arriba luz. Ésta dolor 


Siempre constata sus momentos cobardes, dominados por el miedo. Como al perder la virginidad, casi sin darse cuenta, con la misma incomprensión lúdica que en su infancia. Y el temor paralizante ante los sentimientos intensos con una chica más tarde, tras un viaje en barco a los 17 para ver a sus abuelos en Dinamarca, donde se le ocurre tirarse por la borda para sentir la insólita soledad en el mar nocturno. Pasa alguien a su lado y no lo hace. En ese viaje lo vemos ya tocando jazz al piano, sin haber estudiado música, y nos parece algo inevitable por su constante improvisación vital de hondos sentimientos y gestos juguetones.

Como si su padre, muerto cuando era un niño, y apenas entrevisto entre sus estancias en sanatorios psiquiátricos, se hubiera quedado con la locura y él, su hijo, se hubiera quedado con la senda subterránea que a veces surge creativa, otras traviesa, algunas peligrosamente profunda y otras inmersa en la exploración, Siempre conservando su captación de presagios de la infancia. La carta de admisión de una universidad la percibe como la posibilidad y la indicación ineludible de que puede romper con el pasado y empezar otra vida. En esta frase: "La vida se tiñó de un brillo alucinado". Luego viene el derrumbe de su hermana mayor, que hasta entonces había reaccionado al desbarajuste familiar con enorme sensatez y eficacia, convirtiéndose en una adulta-niña, pidiendo abrazos, acurrucándose en el sofá.

Y el capítulo epílogo salta diez años después de entrar en la universidad, con una de sus repentinas, rotundas decisiones, con el ánimo exaltado de alguien desbordado de alegría. Sólo que la decisión es estrellar su coche contra una fuente piedra y morir. A punto de empezar una gran aventura. Pero un contratiempo fortuito lo impide. El mundo ha movido ficha y viene su frase final, quizás el perfecto resumen de este libro de sutilidad escurridiza: "Con la garganta ardiendo por la bilis, me eché a reír".   

martes, 2 de enero de 2018

El asombroso libro de Paul Auster '4 3 2 1' y sus vidas paralelas

Por Tesa Vigal


'4 3 2 1' trata sobre las distintas vidas que surgen tras una elección. Aunque no fuese cierta la teoría cuántica de universos paralelos y dentro de ésta la posibilidad infinitas vidas surgiendo de cada decisión, hay algo inquietante en ese camino que desechamos en cada encrucijada, tan rotundo, tan desplegable como el que hemos elegido. 

Siempre he sentido que algo nuestro se queda pegado a él, con una sustancia tan densa, tan real como los sueños. Tan significativa, quizás. En el libro de Auster sólo se contemplan cuatro caminos diferentes, desenvolviéndose con su acostumbrada, portentosa fluidez con la que narra sus relatos, dejando que fluya la historia que quiere ser contada a través de sus manos. No sólo es la impresión que me producen, sino que él mismo en una entrevista comenta que, cuando una historia conecta con él, se limita a seguir ese hilo, a dejar que se relate. 

Cada una de esas 4 vidas surge a partir de un punto de su infancia, una decisión de su padre, y llega hasta su etapa universitaria, abarcando cada detalle escondido en esa espiral, dejando al lector la posibilidad de completarlas hasta la actualidad, en un despliegue de mágica complicidad. Me pregunto si, en el fondo, esas vidas paralelas son una forma especial de contenerse una historia dentro de otra, otro de los temas recurrentes en sus libros. Algo que me toca íntimamente porque refleja el laberinto vital de todos nosotros, incluso en el de aquel que se considera simple.  




Hasta aquí lo comentado ya en la entrada del blog cuadernos dionisíacos de la luna pálida, donde hablo de lo que me ha llamado la atención desde la anterior. Pero este libro es memorable, por lo que también tiene que estar en este blog, dedicado a libros memorables. Sean actuales, o no. 

Tengo más que añadir. Por ejemplo el hecho de que las encrucijadas no sólo nos atañen a nosotros mismos, sino que las de terceras personas cambian también nuestra vida. En este caso, todo parte de decisiones diferentes de su padre. En una de las posibles vidas decide seguir manteniendo como socios, en la tienda familiar de electrodomésticos, a sus hermanos y los resultados serán el empobrecimiento de la familia y el hecho de que su madre no llegará a ser la fotógrafa que sí será en las otras vidas. En otro de los caminos comprará su parte del negocio a sus hermanos, llegando a ser rico con una cadena de tiendas. En otro, el incendio de la tienda le pillará dentro de ella, porque su padre ha decidido descubrir y evitar el atentado incendiario de uno de sus hermanos desleales y morirá en el incendio. Con el dinero del seguro, su madre y el niño se mudarán al centro de Nueva York, comenzando una vida rodeada de artistas, conocidos de la vida como fotógrafa de su madre. Por último, en otra vida se produciré el incendio pero su padre no estará en la tienda montando guardia y no morirá allí. 




En cada uno de estos caminos, su madre se divorciará de él, o enviudará, y se casará con dos hombres distintos. En cada uno de ellos estará siempre presente Amy, aunque dependiendo de cada vida se convertirá en su hermanastra, o su prima, pero aunque unas veces llegará a tener una apasionada historia amorosa con ella, en otras se limitará a vivir su amor imposible. Pero hay cosas inmutables y aquí radica el otro tema que recorre sus libros, la identidad. Porque en todas esas vidas el protagonista está interesado en el arte, escribe relatos o críticas de cine, también en el deporte, jugando a abandonando el béisbol. Y rozando más el rizo se contempla la posibilidad de una bisexualidad quizás motivada, o no, por conocer a una persona, o no conocerla, pero en ambos casos nos topamos con una forma de amar del protagonista que es la misma, el amar a personas, no géneros. Otro tema a desenvolver en esta prodigiosa historia plaga de hilos, de recovecos y rincones, unos dentro de otros. 


También está presente en todas las vidas la turbulenta época estudiantil de finales de los 60, variando ligeramente el papel y la intervención del protagonista y el de Amy, en páginas apasionantes contadas como lo que fueron, una época muy especial en la historia, y no sólo en Estados Unidos, época contracultural, cuestionadora, sí a la paz, no a la guerra, algo revolucionario al ser la primera vez que los jóvenes no ponían su pasión idealista en plan patriotero, sino en un mundo diferente en que la guerra no se contempla como opción. Es curioso que alguna gente piensa que esas páginas son pesadas, o reiterativas, por el contrario a mí me resultan portentosamente vivas, aparte del obvio interés histórico. Porque además el testigo de ellas, unas veces actuando, otras menos, o de diferente manera, expone limpiamente sus contradicciones, las sutilidades de su ánimo frente a estos acontecimientos. 

También aparece el tema de la identidad, relacionado más o menos directamente con el del destino y las decisiones en otros de sus libros. Especialmente en el fascinante 'El palacio de la luna', del que ya he hablado en este blog: https://librosconaliento.blogspot.com.es/search?q=El+palacio+de+la+luna

Se me ocurre, parafraseando a Dylan, que algo de nosotros se queda flotando en el viento tras cada encrucijada.