miércoles, 17 de septiembre de 2014

Hay otras dimensiones en el pozo de Murakami

Por Tesa Vigal

No en todos sus libros, pero sí en el inclasificable 'Crónica del pájaro que da cuerda al mundo'. 


Haruki Murakami sirve como ejemplo de los casos afortunados en que un libro superventas es un memorable libro fascinante. Evidentemente no siempre es así, muchas veces los libros más vendidos lo son por el simple hecho de ser novedades publicitadas, o de libros superficiales y tontorrones, pero en este caso lo que se vende es una joya (me vienen ahora a la memoria otros casos parecidos, por ejemplo García Márquez, Fitzgerald, Castaneda, Auster...). En fin es cosa mala tener prejuicios. Hay que estar abiertos a todo y explorar siempre sin rechazar nada a priori. Pero elegir, por favor. Una novedad no es maravillosa por ser lo último publicado. Aunque es de sentido común he visto a gente que sí lo hace. Si lo disfrutan, estupendo. Por mi parte recuerdo que los libros memorables que dejan huella son de cualquier parte y cualquier década.


Nació el 12 de Enero de 1949 en Japón. A pesar de estudiar teatro clásico en la universidad de Waseda, Murakami se sintió atraído desde siempre por el arte occidental (literatura y música fundamentalmente), hasta el punto de abrir un bar de jazz en Tokio. Y esta fusión cultural es uno de muchos detalles que envuelve sus libros, en una fascinación más allá del espacio y el tiempo. Aunque el alcance universal también puede surgir de una historia rabiosamente personal, o circunscrita a un espacio o un tiempo muy concretos, en Murakami ese aparente desapego de su ambiente cultural (suyo en teoría, este tema da lugar a muchas confusiones que dan por sentado que las “raíces” de alguien pertenecen al lugar donde ha nacido y crecido, y esto es una falacia, revelando una visión simplista y pequeña de la vida) desemboca en unos personajes profundamente personas y sólo personas, más allá de sus circunstancias más aparentes.

Escritor con algo surrealista, en su sentido más profundo, imaginativo. Y, sin embargo, todo en sus libros es cotidianamente real. Por ello aparecen fusionados detalles y situaciones más o menos inexplicables, o mejor dicho sin aparente lógica externa aunque sí con una lógica interna que es, precisamente, lo que convierte a sus libros en una muestra del enigma de las cosas. Un enigma que nada tiene que ver con relatos de misterio convencionales, sino con una dimensión mítica, vital, filosófica.


Viajó durante 3 años por Grecia e Italia y recaló finalmente en Estados Unidos. Allí trabaja actualmente en la universidad de Princeton. Ha traducido además al japonés a gente como Fitzgerald, Carver, John Irving y Paul Theroux.

“Crónica del pájaro que da cuerda al mundo” se publicó en 1995 y es una búsqueda desesperada del sentido de la vida. La personal y la general. La historia comienza con el aspecto enigmáticamente escurridizo de la realidad más cotidiana, cuando suena el teléfono mientras el protagonista cocina unos espaguetis y pregunta por él una voz de mujer desconocida. Y entonces lo misterioso –la llamada enigmática- viene al encuentro de lo aparentemente conocido –los espaguetis-. Un principio revelador y sintomático del resto de la historia y de su fondo.

A partir de ahí las decisiones radicales de su protagonista y las peripecias, unas “reales” y otras “fantásticas”. Las comillas vienen a cuento de que en realidad los dos tipos de hechos y situaciones son, en el fondo, tan reales como fantasmales. Lo importante es la experiencia,  ya sea onírica o en la supuesta vigilia (¿no vivimos a veces dormidos?), lo vivido en el plano más cotidiano de la vida, o en planos alterados de consciencia. Hay un momento en que el protagonista permanece en el fondo de un pozo seco para intentar allí, lejos de los confines cotidianos y en la oscuridad, descubrir el significado de lo que le sucede y le ha sucedido. En contacto con la tierra (ese elemento enigmático y omnipresente, fuente de vida y acogedor de todo tipo de contradicciones, que no sólo está vivo sino que lo demuestra de manera más o menos directa para todo aquel con la suficiente perceptividad.

Y a partir de esa experiencia en el pozo sufre una pequeña trasformación física, sale de él marcado (una marca oscura en una mejilla) como resultado de su acceso a otra realidad paralela mientras permanece en él. Una realidad dónde puede investigarse lo sucedido en el resto de los mundos, incluyendo el cotidiano o “real”.

También es, y es complementario al acceso a otros niveles de consciencia, un viaje interior. Para el protagonista una búsqueda de su mujer, que no sólo es su mujer concreta desaparecida sino “la” mujer. Su lado femenino, puesto además en evidencia por su inhibición y reserva emocional. De ahí también que (como en la simbología psicológica Jungiana) esté rodeado de mujeres, más o menos cercanas, más o menos desconocidas. La vida de lo no expresado sale a su encuentro y le rodea constantemente.


La simbología está muy presente. Hay historias en espiral, cosas que se suceden en apariencia distintas pero en el fondo repetidas. Símbolos duales constantes: pareja de hermanos, pareja de hermanas, dos pozos, historia dentro de historia, dos mundos paralelos... Y en un determinado punto una confusión fascinante entre sueño y realidad, sin que sepamos (y lo más hechizante, sin que nos importe) dónde acaba uno y empieza otra, porque estamos ya atrapados en la historia sin más, esto es sin etiquetas lógicas porque no son necesarias. De ahí la apabullante profundidad de este libro que nos sumerge en un torbellino de sensaciones y sentimientos. Nos “toca” por entero, con el alcance de un sueño imborrable y significativo. Y es de esos libros gordos que nos da pena que se acabe.

Indudablemente este escritor pasará a la historia de la literatura porque tiene el efecto de las obras creativas auténticas: su impresión nunca se olvida aunque el tiempo acabe borrando de la memoria su trama. 
  

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