domingo, 7 de septiembre de 2014

El marinero desnudo: los libros de Joseph Conrad

Por Tesa Vigal

La obra de este antiguo marinero polaco, que acabó escribiendo en inglés, no tiene desperdicio. En esta entrada no se trata de un solo libro, sino de mis favoritos de este autor que descubrí en mi adolescencia y luego he vuelto a leer igual de fascinada, aunque con más asombro.  Por ejemplo "El vagabundo de las islas", "El corazón de las tinieblas", que sirvió de base para la película de Coppola "Apocalypse now" (ver reseña en http://www.peliculasecreta.blogspot.com)  y "Lord Jim" del que entresacamos esta cita: "... momentos en que cruza ante mi vista como alma errante perdida entre las pasiones de este bajo mundo, pronta a someterse fielmente al llamamiento de aquel otro mundo de fantásticas sombras al cual pertenece".


Yo diría de Conrad lo mismo que dicen de Lord Jim otro de sus personajes: "-entendido. Perfectamente. Es un romántico" / -¿Qué remedio hay que tomar para eso? / -No estriba la cuestión en cómo hay que curarse, sino en cómo hay que vivir... ¡Cómo ser!".

Esta cuestión es el eje esencial de su obra, que palpita sobre todo en "Lord Jim", "El vagabundo de las islas" y "El corazón de las tinieblas". En estas tres novelas su protagonista es alguien que sólo obedece su voz interior; esa es su guía y su maestro, pase lo que pase: un romántico. Esto supone que las consideraciones sensatas y prácticas están supeditadas a su corazón y, como consecuencia, muchas veces viene el destierro, el conflicto o incluso la muerte.


El destierro está servido en cuanto que los prácticos de este mundo suelen opinar de los románticos lo mismo que una lectora de "Lord Jim" comentó al propio Conrad: "no me gustó. Todo aquello era de un carácter tan enfermizo...". Por esta causa los románticos tienden a acabar mal, tarde o temprano, si viven lo suficiente. Si tienen suerte pueden "triunfar", precisamente gracias a su condición radical, como líderes de lo que sea, o artistas de lo que sea. Y la tercera posibilidad es la de morirse de asco sin saber qué pinta un tipo como él/ella en esta sociedad humana básicamente opuesta a su naturaleza.

A Lord Jim sólo le importa haberse fallado a sí mismo. El que eso traiga conflictos con la sociedad o no, es secundario. Si el ser fiel a sí mismo le conduce a la muerte, es cuestión sin importancia. En "Lord Jim" se trata, además, de la casi permanente incomprensión o desprecio de este tipo de persona radical y los constantes malentendidos que provoca su naturaleza insólita e indómita. Una dolorosa condición de extranjero, de condenado a la situación clandestina, a sentirse exiliado, marcado por causa de creer en lo que nadie cree: el sentido del universo, del destino personal. Una vida desde, con y para el Mar (en todas las acepciones de la palabra incluyendo el simbólico).

Un romántico, un soñador. Este tipo de gente suele encontrarse, a veces, entre los marineros y/o extranjeros de cualquier puerto remoto. Así habla de ellos Conrad, como uno de los dos tipos de personas que uno puede encontrarse por allí: "...Trabó, naturalmente, relaciones con gentes de su profesión que halló en el puerto. De dos clases eran éstas. Algunas, pocas en verdad, y rara vez vistas en aquellas tierras, llevaban una vida misteriosa, adivinándose en ellas indestructible y concentrada energía, con carácter de pirata y ojos de soñador. Parecían vivir en alocado laberinto de proyectos, esperanzas, peligros y grandes empresas, como avanzadas de la civilización en los oscuros senderos del mar; y su muerte era el único acontecimiento de su fantástica existencia que se presentaba, pensando razonablemente, como de segura realización".


El corazón salvaje con su pureza de acero y su excesivo sentir que lleva a situaciones límites, frontera. Kurtz, el protagonista de "El corazón de las tinieblas", ante el horror del destino incomprensible, del fuego que le devora enfrentándose a una sociedad que le considera como un proscrito misterioso e irreductible: "...Cierta disposición a la muerte no es tan extraordinariamente rara como parece; pero pocas veces halla uno hombres cuya alma, protegida por la coraza de acero de una firme resolución, esté pronta a sostener hasta lo último una batalla que ya saben que está perdida: el anhelo de paz se hace más fuerte a medida que decae la esperanza, hasta que, al fin, acaba por vencer al mismo deseo de vivir".

La acción de "El vagabundo de las islas" es la acción irracional, cargada de pasión, inevitabilidad y consecuencias. Aquello cuyos motivos y meta son imperativos misteriosos para el humano que se siente empujado a ella. Recuerda este tipo de acción de persona solitaria de hondas raices, a la del sheriff Gary Cooper en "Sólo ante el peligro". Son trágicas por lo que tienen de destino. Son escasas porque en ellas juegan fuerzas extrañas y escondidas que eligen víctimas para un proyecto misterioso, cargado de sentido.

Conrad lleva a su grado más hechizante esta situación terrible y ambigua en su "Lord Jim" y "El corazón de las tinieblas". Pero es en la historia del vagabundo Wilems de "El vagabundo de las islas" donde el abandono, las atormentadas ráfagas de oscuridad y los sentimientos a contrapelo, son más deslumbrantes. Es un relato donde no hay culpas sino condenas. No existen proyectos sino posesiones. No hay amores sino conjuros, no calienta el sol sino la sombra lujuriosa del río selvático y sus inquietantes orillas. El odio acunado dulcemente por las noches tropicales. Las tormentas vuelven a ser aquí mensajes de los dioses. Cuerpos desnudos junto a la hoguera que no dejan amor sino muerte en la huella del amanecer. Ni siquiera la traición, ese gran pretexto, existe tampoco. Porque la traición será siempre un hecho directo, o no lo será. Y la selva húmeda es una línea quebrada de erotismo, de consciencia, de algo fugitivo más fuerte que los sueños explotando en un prisma de colores, roto. El vagabundo Wilems que se miraba como en un espejo en los hombros desnudos y el rostro enigmático de una mujer malaya y consiguió para su tumba el siguiente epitafio: "Peter Wilems. Liberado de su enemigo por la gracia de Dios". Nadie supo jamás, quién era su enemigo. Y es que su enemigo era él.

"Ese es el camino. Seguir el ensueño, y seguirlo una y otra vez hasta el final".




1 comentario:

  1. Tu estupendo artículo me ha despertado las ganas de releer Heart of darkness.
    Saludos,

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