martes, 14 de octubre de 2014

Juegos de Cortázar


Por Tesa Vigal

He elegido su libro ‘Juegos’, aunque hubiera podido ser cualquier otro de sus libros de relatos. Esta clasificación, según afinidades, que hizo el propio Cortázar para Alianza editorial en los años 70, se completa con otros dos: “Ritos” y “Pasajes”. Su abundante, turbadora fantasía vuela desde el interior de lo cotidiano descubriendo laberintos, recovecos, esquinas, espejos, mundos paralelos, objetos misteriosos, agujeros de gusano como los astronómicos, tiempos circulares, espacios espirales, todo el mar del inconsciente rompiendo en olas de ensueños, miedos, lucidez, secretas correspondencias, ritos, revelaciones, clarividencias, sombras vivas, nombres muertos, sutilidad, ludismo devorador y obsesiones sabias, contradicciones jugosas y horizontes multiplicados. Fronteras escurridizas y ocultas por nieblas, o deslumbrando como focos de interrogatorio. 


Significativa la cita en la que Cortázar habla de su universo y la forma de verlo: “Yo creo que desde muy pequeño mi desdicha y mi dicha al mismo tiempo fue el no aceptar las cosas como dadas. A mí no me bastaba con que me dijeran que eso era una mesa, o que la palabra ‘madre’ era la palabra ‘madre’ y ahí se acaba todo. Al contrario, en el objeto mesa y en la palabra madre empezaba para mí un itinerario misterioso que a veces llegaba a franquear y en el que a veces me estrellaba”

Uno de mis cuentos favoritos es “Casa tomada”, dentro de su primer libro de relatos ‘Bestiario’. En él, al contrario que en la fascinante película de Buñuel ‘El ángel exterminador’ los habitantes de la casa sí que pueden salir de ella, lo que no pueden es permanecer allí.

Nació en Bruselas el 26 de agosto de 1914 de padres argentinos. Regresó a Argentina a los 4 años. Abandono de su padre, de quien nunca quiso saber nada. A los 18 años descubre “Opio” de Cocteau que cambia su visión literaria. Traductor de inglés y francés (maravillosa su traducción para la editorial Alianza de los ‘Historias extraordinarias’ de Allan Poe).


En su libro de cuentos “Las armas secretas” aparece su relato “El perseguidor”, que marcó un giro en su narrativa, inspirado en la figura del jazzista Charlie Parker. En 1963 publica “Rayuela”, su novela más famosa, aunque yo me quedo con sus cuentos.

Juegos:
En “Continuidad de los parques” aparece el límite, a veces difuso, de realidad y ficción, sueño-vigilia, deseo-materialización. Cuando nos arrebata la ficción, el mundo invocado, llevándonos al otro lado del espejo. Un mundo a continuación del otro, fundidos ambos en una nueva y distinta realidad.
En “No se culpe a nadie” los ritos infernales que puede llegar a contener lo cotidiano, revelando la tortura de las costumbres como actos absurdos y peligrosos bajo una apariencia inocente. La muerte latiendo y esperando dentro de un jersey azul, por ejemplo.

“Siestas” es el descubrimiento del sexo en un relato de afilada sutileza, con tintes oníricos y atmósfera inquietante. Siempre desde lo cotidiano, que es el punto de partida de Cortázar en la mayoría de sus relatos. Y desde lo cotidiano y sus detalles concretos se abre paso un pozo sin fondo por donde surgen lo turbador, lo mágico, o lo surreal agrandando la llamada realidad, hasta límites difusos y pantanosos. Incluso por momentos se tiene la sensación de haber caído en arenas movedizas que se tragarán por completo la realidad ordinaria y todas y cada una de sus circunstancias.


“Veneno” contiene, como una joya, la impresionante imagen de la gran cabeza de un caballo blanco aplastada sobre el cristal de la ventana, tratando de entrar en una casa. Un miedo tan irracional e intenso, emociones oníricas destrozando la realidad. Y la presencia paralela de una inocente niña durmiendo.

“Los pasos en las huellas” trata sobre la hermandad espiritual que borra los límites personales para volcar dos personalidades. Un poeta materia de estudio y el escritor que lo estudia, en el único mar común donde se encuentran todas las respuestas. Habla sobre la mitificación aplaudida con el éxito, y la verdad repudiada que atenta contra una imagen.

En “Sobremesa” surge el delicado tema de la clarividencia, enturbiado por la incredulidad que lo suele acompañar y que, en esta ocasión, lo convierte en algo ya sucedido realmente cuando para el resto de involucrados aún no ha sucedido. De ahí aparece el malentendido entre los dos amigos que cruzan sus cartas. Todo con tal de no admitir que una escena y unos hechos pueden pertenecer al futuro. Pero no acaba ahí la cosa. Rizando el rizo del tiempo y el espacio se descubre por los hechos sucesivos que realmente ocurrió lo que parecía adivinarse, y por lo tanto lo que para uno ha sido ya vivido, para otro es una incomprensible consecuencia de algo aún no ocurrido.


En “Silvia” la mirada de los niños y su imaginación aparecen de repente en un adulto, relegándole al silencio. Lo terrible es tener que negar las propias experiencias en nombre de la sensatez adulta.

En “La autopista del sur” un embotellamiento se revela como la quintaesencia de la vida misma: personas que se cruzan en nuestro camino y durante un tiempo caminamos juntos hasta que nuestros caminos divergen, las circunstancias cambian y se pierde de vista a las personas que nos rodeaban, dando paso a otras nuevas que también serán como sombras pasajeras en nuestro camino. Nacemos solos, morimos solos y vivimos solos, aunque a veces nos engañemos con la falsa ilusión de una compañía fugaz. Fugaz incluso en el caso de que dure muchos años.

Un escritor único, con ese sello propio que le distingue de inmediato. No todos lo tienen, por muy bien que escriban.



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