Por Tesa Vigal
"La función liberadora del arte reside en su singular capacidad de soñar a pesar del mundo, de estructurar mundos de modo diferente. El gran escritor es anarquista y arquitecto al mismo tiempo. Sus sueños socavan y vuelven a construir el paisaje chapucero y provisional de la realidad"
(George Steiner)
Un libro perdido entre miles de libros de una
biblioteca, de alguna ciudad, escondido en el mejor sitio posible. Una hoja
entre las hojas de un bosque en otoño.
¿Qué es lo fantástico? El miedo y la fascinación
ante lo imposible y lo desconocido. Y ahí radica su misterio y la impronta de
lo auténtico, porque no se puede tener miedo de algo en lo que no se cree. Y si
se cree y produce emociones (es decir, realidades) significa que su origen
también es cierto. Luego lo imposible que da miedo es auténtico, como todo lo
que se vive -se siente-. De ahí la realidad de los sueños, vivencias en otra
dimensión, a veces incluso más intensas que lo vivido en la llamada vigilia.
Ese temor se concreta en este libro de relatos en lo ilusorio del tiempo y el
espacio, que puede por ello producir encuentros adimensionales con uno mismo en
otro momento temporal, como en el primer relato: "El otro".
Por sus páginas circulan historias de alguien que
pretende formar un Congreso del Mundo en una cafetería de Buenos Aires. Una
casa comprada, vaciada y habitada por un extraño ser que derriba paredes y
construye singulares rampas y una larga mesa con dos huecos a cada extremo. Y
un final de ojos abiertos al pesar más la curiosidad que el temor. Manuscritos
inacabados hablando de sectas que proclaman la inocencia de todo lo
existente... Historias que podrían ser contadas por cualquiera, porque lo
importante es la historia misma y no su narrador.
Un repaso del misterio que se cierne sobre las aguas
de la vida en pequeños cuadros, inacabados premeditadamente, pues inacabado
está siempre el mundo que no deja de bullir siempre apuntando a la inexistencia
de un capítulo final.
Un milenario
futuro donde los políticos han desaparecido igual que la imprenta y el dinero.
Un futuro delicado y equívoco. Hombres motivados por la vanidad de la
imparcialidad, o por la búsqueda de una palabra mágica. Alguien que anhela el
tiempo sin tiempo, rozando la eternidad, de cualquier animal. Recluirse hasta
una fecha auto impuesta para matar y morir en ella, sin que nada ni nadie
influya en su decisión. Un disco metálico de un solo lado, invisible por tanto
cuando se enseña en la mano...
Pero el resumen
de todos los relatos está contenido en uno de ellos: "El espejo y la
máscara". La historia de un rey que encarga un poema y el poeta que lo
escribe. Tres poemas, o mejor dicho tres versiones, tres niveles del mismo
poema, de los cuales sólo el último merece plenamente ese nombre. El primer
nivel es la creación mental: una crónica periodística de los hechos que quiere
relatarse con viejo y conocido estilo impersonal. El segundo nivel es la
creación emotiva: expresión del corazón que da vida a todos los sentimientos.
El
tercer nivel es la creación desde el alma, la creación en sí misma, cuando se
invoca y se ocupa el lugar divino. Ante este último poema se reacciona con
temor y reverencia y su efecto es catártico y decisivo. Después de oír ese
tercer poema, quintaesencia de una sola línea, ni el rey que lo escucha ni el
poeta que lo expresa podrán ya seguir con su vida anterior y su camino dará un
vuelco trascendental ante la presencia viva del misterio de la creación, de lo
extraordinario encarnado. Como se dice en otro de los relatos ("Utopía de
un hombre cansado") los hechos "... son meros puntos de partida para
la invención y el razonamiento".
Y el infinito "Libro de arena", sin
principio ni fin como el espacio y el tiempo. Y si el espacio y el tiempo son
infinitos "estamos en cualquier punto del tiempo".
Por ejemplo: página
de la izquierda numerada 17, página de la derecha numerada 75.432, por ejemplo.
Porque no existe en él ni primera ni última hoja y cuando se buscan siempre
surgen nuevas páginas de las portadas. El libro en el que cada hoja es única,
nunca se repite y jamás se la puede volver a ver. Como la vida. Como los ríos.
Un libro perdido entre miles de libros de una biblioteca, de alguna ciudad,
escondido en el mejor sitio posible. Una hoja entre las hojas de un bosque en
otoño. ¿Te suena?
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